miércoles, 1 de julio de 2015

Vereda de nieve

¿Alguna vez has ido al campo? ¿Visitado un bosque? ¿Te has alejado de un pueblo siguiendo la linea que divide a un continente del mar? No importa si vas solo o acompañado, si te sientes triste o estás feliz; puede que el día este claro, nublado o lluvioso. Tal vez era de noche en esa ocasión o estaba nevando. No importa, pues siempre después de caminar un rato, el silencio se hace presente. Ese silencio que suele viajar con el viento, un poco ruidoso, un tanto melódico. Que te susurra al oído y se apodera de tu alma. Que te hace ser consiente de tu insignificancia y hace palpable esa lucha inmensa que significa vivir. Ese silencio te arrebata el corazón.
Después solo queda el rítmico sonido de los propios pasos sobre el camino, de la respiración agitada y la incómoda sensación de humedad en los pies. Pero todo eso queda finalmente opacado por la imagen de lo que se tiene enfrente y la ansiedad perpetua de alcanzar el lugar anhelado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario