miércoles, 9 de abril de 2014

El nacimiento de Sfen

Sfen no nació en un instante, se formó a través del tiempo, siguiendo los procesos naturales del universo que luchan siempre contra la entropía. Se formó debajo de esa línea de silencio que existe entre esos que hablan y aquellos que escuchan. Esa frontera que le permite a los más bajos ser dueños de su propio pensamiento. Ahí nació Sfen, cuya existencia solo puede contarse a partir del momento en que él ya era, y sin embargo antes de ese momento él ya era Sfen también.
Sus pensamientos se dirigían siempre a través de aquellas ventanas, la única salida visible en la gran habitación, así su imaginación emprendía el vuelo y surcaba entre aquellas figuras que se trazaban en el cielo, limitado solo por el marco rígido de esas paredes grises que ahogan cualquier corazón.
Pero sus pensamientos no siempre eran buenos, jamás oscuros, a veces siniestros. Era la frustración la que consumía su alma y esas voces el arma capaz de romper sus barrotes. Carne y hueso golpeaban los cristales, se machacaban contra el metal dando nueva forma a los hierros que antes impedían el camino al cielo. Y en los cuerpos molidos de sus represores no quedaba ni un aliento. Siempre era así, siempre en sus sueños. La realidad no era tan insensata, tan lúgubre ni tan mala. El universo tiene extrañas formas de encontrar el balance.

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