miércoles, 3 de noviembre de 2021

Caminos sin gloria

Hay caminos que se forjan con hierro, en las calles dónde reina el trueno. En los reinos del caos, dónde la lluvia es más bien consecuencia de llanto, sangre y dolor. Aquellos que caminan por estos, conocen bien a la muerte y a la destrucción, han visto lo que es la miseria y la marginación, son almas que buscan la vida, desesperadas no imaginan otra opción.

Hay caminos que se esculpen en la nieve, que se moldean con el calor. Son los senderos de las tierras olvidadas, propias del frio y la desolación. No hay olores que los adornen, no hay colores que llenen sus paisajes. No hay compañías que acompañen a las pobres almas que andan por estos. No hay momentos para compartir, ni recuerdos que valga la pena recordar. Son calles llenas de amargura, que transportan gente amarga, carente de convicción.

Hay caminos que se trazan ocultos, productos del miedo, el odio y el valor. Rutas llenas de misterio, espacios donde ya no hay incertidumbre, donde se planea el futuro, donde se esculpen destinos. Hogares de los oportunistas, los corruptos y sus hijos. Aquí no existe sufrimiento, ni miseria, ni dolor. Pero el tiempo no perdona y cuando menos los esperen, sus castas pagaran con sangre, violencia y fuego.

Y están los caminos seguros, están los senderos correctos, los trazos bien aceptados, por los que andan las multitudes, caminos hechos desde el cielo, desde la silla y desde el pueblo, orígenes bien conocidos, destinos que no lo son tanto. Moldeados por los forjadores, que con cada golpe alcanzan un poco más el cielo. Aquí es donde la vida ocurre, donde se crían los rostros, donde se cumplen los destinos. No es difícil vivir el camino, no es fácil tampoco aceptarlo, solo quien forja cuestiona, pero nunca logra rechazarlo.

Y están esos otros caminos, que no proyectan un destino, que fácilmente borran los rastros. Caminos que olvidan origen, aquellos que nunca vienen, esos que siempre van. Caminos donde no se teme, donde nunca gobierna la confusión. Estos existen solo en cada paso, comenzando por la punta y muriendo en el talón. Son caminos que se cruzan, con destinos y horizontes, caminos que no existen por si mismos, sino que caen en los hombros, de andantes sin sentido. De seres únicos y especiales, pero tan comunes como el cielo, cotidianos como cada estación.

Todos son capaces de ver estos caminos y a quienes andan en ellos, pero nadie es capas de seguirlos. Pues es que quien anda a través de ellos no busca lo mismo que el resto. No busca algo conocido, no busca más que una canción. Estos andantes no aceptan, no entienden, no quieren. Estos sujetos no piensan, solo sueñan, solo huelen, no conocen un verdadero amor. No hay alimento que les sacie el hambre, ni compromiso capaz de atarlos a un ideal, a una razón. Estos seres, no son oportunistas, no son justos, no tienen color. No son calientes ni fríos, no son tibios, no poseen sabor. Caminan sin pena ni gloria. No hay mal que les dañe tanto, ni bien que les beneficie. Son seres transparentes, iluminados por el sol, oscurecidos por la noche.

Seres que aman la lluvia, tanto como aman un llanto o una conversación. Seres que ven la belleza, de la sangre, de la muerte, de las tradiciones, gente que gusta de amar, entes que aprecian la calma, entes neutrales que ven en el universo, una belleza absoluta en su máxima expresión. En ellos no caben los juicios, en ellos no cabe el repudio.

Sufren para sentirse vivos, viven para extrañar el dolor. Comen para disfrutar sabores, pasan hambres por convicción, la vida es un experimento y vivir solo una profesión. Siempre se sienten vacíos, pero saben saciar su corazón. Son seres insatisfechos, seres que viven deseando una vida que jamás tendrán. Para ellos los sueños son una realidad cotidiana y soñar algo parecido a un don, se permiten vivir otras vidas en su imaginación, desean todas las experiencias, añoran todas las canciones. Matarían por saber qué es matar y darían la vida a alguien si eso fuese capricho de su alma. No son seres buenos ni malos, no son incomprendidos ni hay quien los pueda comprender. Defienden los puntos de vista de dos enemigos mortales sin casarse con una opinión.

Ellos no hacen camino que se pueda seguir, no forjan caminos, no derriten hielos, no excavan tumbas, son vagabundos sin rumbo a los que no les faltan hogares para regresar.

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